Francisco encara el debate ético sobre el zika
Aunque todavía no se ha
demostrado la posible relación entre el auge del virus del zika y el alarmante crecimiento
de casos de malformación neonaltal en algunos países latinoamericanos,
principalmente en Brasil, la problemática de saneamiento básico ya perfila algunos
matices bioéticos y morales.
Así lo hizo ver el propio papa Francisco al finalizar su visita a
México, durante la conferencia de prensa en el vuelo de regreso a Roma, interpelado
por la angustia y el “riesgo mayor” que podría suscitar el zika en las mujeres
embarazadas: “algunas
autoridades han propuesto el aborto o evitar el embarazo. En este caso, ¿la
Iglesia puede tomar en consideración el concepto de «mal menor»?”, preguntó la
corresponsal vaticana de COPE, Paloma García Ovejero.
El concepto del «mal menor» con frecuencia es aplicado como
principio de argumentación práctica y situada. “En el campo de la ética médica
es muy usado en los debates referidos a la evaluación moral de las
intervenciones médicas con efectos negativos, ligado al principio terapéutico”,
explica el marista Marcelo
Bonhemberger, miembro del comité de bioética del Hospital São Lucas de la Pontificia
Universidad Católica de Rio Grande do Sul, en Porto Alegre, destacando que
“este principio no está exento de posibles ambigüedades: ante la inminencia de
males inevitables, se sopesa su minimización y se escoge el mal menor para
evitar el mayor”.
Con un talante pastoral, Bergoglio respondió
sin divagar que “el aborto no es un «mal menor»: es un crimen. Es echar fuera a uno para
salvar a otro. Es lo que hace la mafia. Es un crimen, es un mal absoluto”. Alberto Bochatey, obispo auxiliar
de la arquidiócesis de La Plata, presidente de la comisión de salud de la
Conferencia Episcopal Argentina e integrante del departamento de Familia, Vida
y Juventud del CELAM, coincide con la postura ética del sucesor de Pedro:
“el aborto no es una solución progresista. Pretender resolver un problema
terminando con la vida de un ser humano. Matar a una persona con cualquier
grado de patología no es una solución humana válida, justa ni digna”.
Francisco
también fue claro al decir que “el aborto no es un problema teológico: es un
problema humano, es un problema médico. Se asesina a una persona para salvar a
otra –en el mejor de los casos– o para vivir cómodamente. Va contra el
juramento hipocrático que los médicos deben hacer. Es un mal en sí mismo, pero
no es un mal religioso al inicio: no, es un mal humano”.
El jesuita Carlos Novoa, docente de la Pontificia
Universidad Javeriana, en Bogotá, se adhiere a estas afirmaciones aduciendo
que “es un problema humano porque a la luz de la Constitución Gaudium et Spes toda teología cristiana
es una antropología”. Dicho de otro modo, “porque es un problema teológico es
un problema humano para el creyente, pues para el no creyente los problemas
teológicos no existen”.
Sin embargo, es un asunto que compete a todos,
creyentes y no creyentes, como propone la teresiana Cristina Robaina, asesora de la Escuela Social del CELAM: “es
preciso superar la falsa oposición entre bioéticas laicas o seculares y bioéticas
religiosas o confesionales, para apostar por la integración de búsquedas interdisciplinares,
interculturales e interreligiosas, en vez de privilegiar alternativas fáciles y
rápidas –tipo receta– para responder a la emergencia del zika”.
Anticonceptivos
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Desde el punto
de vista de la bioética, Bochatey recuerda que “en el campo de la ginecología,
muchas veces, los médicos deben prescribir medicamentos para ciertas patologías
específicas que, sin embargo, tienen un efecto anticonceptivo secundario, no
deseado e inevitable”. En este mismo sentido, “si las autoridades médicas
indican un riesgo elevado y esperable de un daño serio para la vida del posible
hijo a ser engendrado y los padres no encuentran otro camino responsable, deben
seguir las indicaciones médicas más serias y certeras”, añade el obispo argentino.
Con todo, el marista Bonhemberger defiende que “es importante buscar
orientación profesional para que las decisiones que se tomen sean proporcionales
a la realidad del problema”, y añade que “en la búsqueda del menor mal posible urge
desarrollar investigaciones científicas que puedan prevenir, combatir y
erradicar esta epidemia”.
Francisco, por su parte, ha pedido a los médicos “que
hagan de todo” para encontrar las vacunas que se requieren.
Por su papel en la obtención de vacunas y en la
realización de tratamientos adecuados, los comités de investigación y los
comités de ética hospitalaria se postulan como “claves maestras” para el
combate eficaz del virus del zika. Así lo refiere Cristina Robaina, magíster en bioética: “los primeros tiene la
responsabilidad de evaluar y dictaminar los protocolos de investigación en
seres humanos, así como formular las recomendaciones de carácter ético,
mientras que los segundos tiene la función de análisis, discusión y apoyo en la
toma de decisiones respecto a problemas o dilemas bioéticos que surgen en la
práctica clínica”.
Publicado en Vida Nueva España No. 2977 (http://www.vidanueva.es/2016/02/26/papa-francisco-reabre-el-debate-bioetico-a-proposito-del-zika-mal-menor/)
Fotos: infobae.com; vaticanocatolico.com; aciprensa.com; voluntariadohupaz.org.ve