Don Paulo Evaristo Arns, el cardenal de la esperanza
Ex spe in
spem, ‘de esperanza en esperanza’ –como su lema
episcopal– fue la vida del cardenal Paulo Evaristo Arns, arzobispo emérito de
São Paulo, hasta su deceso a los 95 años de edad. “Dios espera que hagamos
nuestra parte”, había dicho en la eucaristía que concelebró con motivo de sus
71 años de sacerdocio el primer domingo de adviento, un día antes de ingresar
al Hospital Santa Catarina, en São Paulo, donde falleció en la mañana del 14 de
diciembre por múltiples deficiencias orgánicas.
Profeta de
la esperanza a lo largo de fecundos años de ministerio –76 de franciscano, 50 de episcopado y 43 de cardenal– Don Paulo fue un abanderado del pos-concilio
en la Iglesia brasileña, junto con Hélder Câmara, Antônio Fragoso y Luciano
Mendes de Almeida, entre otros, asumiendo la causa de los pobres y de los indefensos,
especialmente durante los tiempos difíciles de la dictadura, como ha recordado el
cardenal Cláudio Hummes, su sucesor en la arquidiócesis de São Paulo: “siempre
lo admiramos por su coraje y lucidez, denunciaba pero también actuaba: visitaba
prisiones, buscaba a quienes eran asesinados o estaban desaparecidos… en fin,
el mundo lo conoció como un gran defensor de los perseguidos”. El proyecto Brasil Nunca Más, liderado por Don Paulo
y el pastor presbiteriano James
Wright, durante ocho años, es prueba de ello: ¡las atrocidades del régimen militar
fueron registradas en casi un millón de páginas!
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Hélder Câmara y Paulo Evaristo Arns |
El actual
arzobispo, el cardenal Odilo Pedro Scherer, al presidir las exequias, elogió el
empeño del cardenal Arns “por un Brasil libre y democrático”, en sintonía con
la Doctrina Social, valorando también su esfuerzo por “ampliar las estructuras
eclesiales y traducir en nuevas prácticas pastorales las enseñanzas del
Vaticano”.
Manoel
Godoy, quien fuera párroco en los años 70 en un barrio periférico de la gran
metrópolis paulista, reconoce la obra indeleble del cardenal Arns: “con su
estilo de pastor atento y preocupado, sobre todo con los más pobres, abrió
caminos en la defensa de los derechos humanos e impulsó una pastoral a la
altura de las circunstancias, como el programa Operación Periferia, entre otros”. El dinero obtenido de la venta
del palacio arzobispal, le permitirían llevar adelante importantes iniciativas
sociales a favor de las mayorías empobrecidas.
El
lasallista Edgar Nicodem, vicepresidente de la Conferencia de Religiosos de
Brasil, ha destacado el legado de sencillez franciscana del cardenal y, al
mismo tiempo, su apuesta por una eclesiología de comunión y participación: “aquí
cabe recordar el trabajo con las comunidades eclesiales de base. Los pobres,
para Don Paulo, siempre fueron los verdaderos protagonistas de la acción
evangelizadora y transformadora de la sociedad”.
No es
extraño, por tanto, que miles de brasileños acudieran a la Catedral de la Sé,
durante 44 horas continuas, para despedir al pastor que sostuvo la esperanza en
la arquidiócesis que presidió por casi 28 años. Obispos, sacerdotes, religiosos
y laicos, lo mismo que líderes de movimientos sociales, periodistas, políticos,
intelectuales, migrantes, refugiados y habitantes de la calle, mayoritariamente,
acudieron al velorio con sentimientos de veneración y gratitud, como mencionó
el padre Júlio Lancellotti, vicario para la pastoral con población en situación
de calle, en una de las 23 eucaristías que se celebraron: “cada persona que
está aquí tiene una historia para contar, un recuerdo: En los momentos más
difíciles Don Paulo siempre nos abrió los brazos y nos acogió con cariño”.
“La Iglesia
de los pobres nace en medio de sus luchas de liberación y son estas las que harán
surgir una nueva práctica de Iglesia”, había afirmado Arns en su libro De la esperanza a la utopía. “En un país
que continúa con inmensas desigualdades sociales, la figura de Don Paulo
siempre será inspiradora”, agrega el hermano Edgar Nicodem, enfatizando que
“hoy necesitamos recuperar la lucidez de Don Paulo para analizar la situación
por la que pasa Brasil: una adecuada visión de futuro donde los derechos
humanos, la ciudadanía y la solidaridad sean elementos constitutivos, al igual
que la osadía para comprometerse en primera persona con quienes viven en
situación de vulnerabilidad social”.
@OscarElizaldeP
Nota: Una versión
más breve de este obituario fue publicada en la edición española de la
revista Vida Nueva No. 3.017 (p. 39).
Fotos: jconline; contextolivre; g1
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