La vida que florece en el compromiso con los más pobres en Ecuador
Una semana
antes de que la costa norte de Ecuador fuera sacudida por el magno terremoto
del sábado 16 de abril de 2016, los obispos ecuatorianos concluían su 139ª
Asamblea Plenaria con la celebración del Jubileo Patrio de la Misericordia, en
la basílica del Voto Nacional, en Quito, convocando a la nación a abrazar la
iniciativa del papa Francisco a ser
“misericordiosos como el Padre”.
Estremecido por
el potente sismo de magnitud 7,8 Mw –uno de los mayores que se han
registrado en la historia reciente del país andino y del continente
latinoamericano– el pueblo ecuatoriano y muchos otros países, incluyendo
Colombia, multiplicaron sus acciones solidarias dando lugar a auténticas
experiencias de misericordia, mientras que la Iglesia católica afirma su
vocación samaritana, particularmente al lado de los que más sufren en esta hora
de dolor y muerte.
Apenas habían
transcurrido unas horas después del siniestro, cuando la Conferencia Episcopal
Ecuatoriana manifestó “una palabra de confianza en el Señor, dueño de la
naturaleza, para que en su infinita misericordia se compadezca de cuantos hemos
sido afectados por este sismo”, convocando a la unidad y a la solidaridad
nacional, de modo especial a favor de la población más golpeada, en las
provincias de Manabí y de Esmeraldas.
También la
Conferencia Ecuatoriana de Religiosos (CER) no tardó en dar a conocer un
mensaje de cercanía, consuelo y compromiso frente a las víctimas del terremoto:
“ciertamente estamos tristes y dolidos por las escenas trágicas que estamos
viendo y viviendo, sin embargo, debemos asumir el desafío que nos corresponde:
organizar con valentía y consolar a nuestra gente y abrirles a la esperanza”,
manifestaron el padre Rafael González
Ponce y la hermana Nardi Torres
Marín, presidente y secretaria ejecutiva de la CER, respectivamente,
confirmando la voluntad de la vida religiosa de “realizar su misión de
misericordia entre los más pobres”, extendiendo sus redes de sanación y
solidaridad, particularmente en los lugares más afectados por el terremoto, con
la certeza de que “el proyecto de amor de Dios es más fuerte y eso nos devuelve
la confianza: que nuestra angustia se transforme en compromiso solidario”.
Balance de pérdidas
De acuerdo con
la Red de Pastoral Social Cáritas Ecuador, al cierre de esta edición se
registraban 660 personas fallecidas, 31 desaparecidas, 113 rescatadas con vida,
así como 1.125 edificaciones destruidas y 829 afectadas, entre las cuales se
encuentran numerosas obras de la Iglesia católica, como templos e instituciones
educativas que se cuentan entre 560 que registran daños severos. Además, 28.911
personas han quedado sin hogar.
Preliminarmente,
el presidente de la República, Rafael
Correa, ha calculado que las pérdidas materiales, podrían llegar a los
3.000 millones de dólares, un 3% del Producto Interno Bruto, y eso significa,
según dijo el mandatario, “una reconstrucción que llevará años, es decir, una
lucha larga”. Para atender a las múltiples emergencias que se han desatado tras
el devastador evento del 16 de abril, al ‘estado de excepción’ decretado por el
gobierno durante dos meses, le seguirán diversas medidas como la Ley de
Solidaridad y de Corresponsabilidad Ciudadana, aprobada por la Asamblea
Nacional el pasado 12 de mayo, y la posibilidad de que el Estado venda algunos
de sus activos, estableciendo alianzas con el sector privado.
Con todo, “como
suele suceder en las situaciones más dolorosas, lamentablemente ha afectado aún
más a las personas más vulnerables, que esperan poder encontrar la fuerza y la
esperanza para reponerse de esta situación paulatinamente y con el
acompañamiento necesario”, ha explicado el secretario ejecutivo de Cáritas
Ecuador, Mauricio López.
‘Primereando’ la misericordia
Las
instituciones de la Iglesia católica, por su parte, participan en esta cruzada
de solidaridad ‘primereando’ la misericordia a favor de los más necesitados,
mediante la gestión de recursos provenientes de agencias de cooperación
internacional, conferencias episcopales y congregaciones religiosas, entre
otras, articulando y canalizando campañas y donaciones en pequeña, mediana y
gran escala.
La red Cáritas
Internacional ha acogido con beneplácito el lanzamiento del plan de
post-emergencia y reconstrucción EA (Emergency
Appeal, por sus siglas en inglés) propuesto por Cáritas Ecuador, para
garantizar soluciones integrales, sostenibles y dignas a 700 familias que lo
han perdido todo y que tienen pocas posibilidades de recuperarse económica y
socialmente del terremoto.
Se trata, en efecto,
de un proyecto que será desarrollado en el transcurso de los próximos 12 meses
para favorecer a las familias más pobres que ha dejado el seísmo, aquellas que
no han recibido atención de otras organizaciones, muchas de ellas en sectores
rurales y en condiciones de vulnerabilidad, con mujeres cabeza de hogar, embarazadas
o con niños menores de edad, jefes de hogar desempleados o donde alguno de sus
miembros poseen necesidades especiales. Con el lanzamiento del EA, el pasado 1º
de mayo, se buscará garantizar la seguridad alimentaria a estas familias, la
realización de diversas acciones de apoyo espiritual y psico-social para el
fortalecimiento comunitario, la construcción de sus viviendas bajo parámetros
antisísmicos y su reactivación económica y laboral.
En este mismo
horizonte de misericordia, la Comisión Episcopal de Pastoral Social aprobó la
implementación de una propuesta de “hermanamiento” entre parroquias, para
apoyar al vicariato de Esmeraldas y a la arquidiócesis de Portoviejo –en cuyas
jurisdicciones eclesiásticas se encuentran las poblaciones más laceradas por el
terremoto–, con la idea de generar acciones concretas de caridad para que fluya
la fraternidad, asumiendo el dolor del otro como propio y postulando caminos de
solidaridad permanente y sostenida, “en salida misionera”, descubriendo el
rostro de la misericordia en el que sufre.
En el fondo, las
prioridades de la Iglesia ecuatoriana, en el mediano y largo plazo, tiene que
ver con el sostenimiento de la solidaridad y la generación de oportunidades
para que las víctimas del seísmo, sobre todo las más pobres, renazcan a una
vida digna, evitando la proliferación de movimientos migratorios al interior
del país, como lo explica Alfredo de la
Fuente, director de Cáritas en Portoviejo: “en estos momentos
ya no estamos dedicándonos a la emergencia como tal, a la atención primaria, ya
estamos organizando todo en razón del seguimiento a estas familias más
pobres, que han perdido su vivienda, no solo para darles recursos materiales
sino para acompañarlas en la reactivación de su economía, para que no migren ni
se vayan de su entorno, sino que creen riqueza en su propio medio”.
Otras
iniciativas “en clave de misericordia” seguirán siendo necesarias para que la
vida florezca en Ecuador, especialmente la vida de los mas pobres.
Publicado en Vida Nueva Colombia No. 146
Fotos: Cáritas Ecuador y caritas.es