Sí hay vida después de la guerra
Acaba de concluir la serie La Niña. La última frase del capítulo final fue contundentemente esperanzadora: "Sí hay vida después de la guerra". Las narrativas, la realización, la dirección y las interpretaciones -excelentes todas- interpelan a un país que se debate entre el "Sí" y el "No" ante los acuerdos de paz entre la guerrilla de las FARC y el gobierno colombiano. Comparto la reseña que fue publicada en su momento en Vida Nueva (edición No. 147, p. 45), cuando la serie apenas iniciaba.
En sus reportajes sobre Las mujeres en la guerra (Planeta, 2000), Patricia Lara constató que arrebatar la infancia es uno de los
peores daños que ha producido el conflicto armado colombiano. “Al observar a estas mujeres, las veo armadas
pero con una mirada de niñas”, señaló la periodista. Entonces, aún no se
vislumbraba cuál podría ser el camino hacia una paz duradera.
Quince años después, mientras se desarrollan los
diálogos de paz entre el gobierno y la guerrilla de las FARC, la infancia que
la guerra ha robado vilmente a los niños y a las niñas de este país sigue
siendo un asunto prioritario y constituye también el telón de fondo de La niña, la serie que Caracol Televisión
lanzó a finales de abril de 2016, protagonizada por Ana María Estupiñán, con un elenco de amplia trayectoria, que
incluye a Sebastián Eslava, Cony
Camelo, Marcela Benjumea, Diego Vásquez, Adriana Eslava, Melissa Cáceres, Variel Sánchez, Laura Perico, Laura Archbold, Fabián Mendoza, Santiago Alarcón, Brenda Hanst, Cristina Campuzano, Juan Manuel Mendoza, Victoria Ortíz, Sofía García y Marcelo Dos Santos, entre otros.
La
narrativa, basada en una historia real, gira en torno a Belky (alias ‘Sara’),
reclutada por la guerrilla desde los ocho años y capturada por la policía siete
años después, quien atraviesa auténticas odiseas en su proceso de
reincorporación social, a través del programa de reintegración para
desmovilizados. Sin embargo, como advierte Juana
Uribe, vicepresidenta de Caracol y libretista de la serie, se trata de “una historia de éxito, un ejemplo de vida de
una niña que fue capaz de levantarse después de haber vivido cosas durísimas”.
Así, aunque se recurra a algunas escenas para reconstruir la dramática infancia
de ‘la niña’, la mayor parte del relato se sitúa en las complejas encrucijadas
de una joven que decide superar su pasado de milicias, violencias y balas, para
recuperar su propia vida y “regresar a una sociedad un tanto indiferente e
indolente”, en palabras de la libretista.
Producida por CMO, y grabada en Bogotá, al igual que en algunos
municipios de los departamentos Cundinamarca y Meta, bajo la dirección de Rodrigo Triana y Camilo Vega, el comienzo de la serie ha coincidido con uno de los
acuerdos más esperados de la mesa de diálogos de La Habana, que el pasado 15 de
mayo se ha pronunciado sobre el proceso para desvincular a los menores de 15
años de los campamentos de la guerrilla.
En este contexto, cada capítulo de La Niña podría ser una
oportunidad para recordar que los derechos de aquellos a quienes la guerra les
ha robado la infancia, es un imperativo para la paz y un compromiso de todos, también
de los espectadores.
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