VOLVER A APARECIDA
Con
Francisco volvimos a Aparecida, la capital mariana de Brasil, que alberga a la
diminuta imagen de la “padroeira”
(patrona) de Brasil, en una Basílica que, según cuentan, tuvo que ser reducida sobre
planos, cuando El Vaticano sugirió que –¡de caridad!– su tamaño no podrían ser “o mais grande do mundo”, so pena de
desbancar a la mismísima Basílica de San Pedro.
Al
amanecer del domingo 13 de mayo de 2007, el día que Benedicto XVI inauguró la V
Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, recuerdo la impresión que
me causó observar que en una de las planicies desde donde se divisa el
Santuario, cientos de buses repletos de peregrinos habían llegado durante la
noche. Es verdad lo que dijo Francisco: Aparecida “es la casa de la Madre de
todo brasileño”.
Y
casualmente es la misma planicie donde aterrizó Francisco, sonriente, simpático
y cercano a todos. Al menos hay 200.000 que pueden dar testimonio, incluyendo a
la joven Nelly Johanna y a su pequeña hija Valentina, dos colombianas de origen
cucuteño (Cúcuta es una ciudad al noreste de Colombia, en la frontera con
Venezuela), que sintieron en su piel la ternura del Papa, quien no solo besa a
los niños sino que también se deja besar por ellos.
De
vuelta a Aparecida y en medio del gentío, Francisco recordó que el documento
conclusivo de la V Conferencia, que él mismo ayudó a redactar, se cocinó al
calor de la fe de los peregrinos: “el Documento de Aparecida (DA) nació
precisamente de la urdimbre entre el trabajo de los pastores y la fe sencilla
de los peregrinos”. Y recordé cómo hace seis años, mientras los obispos se
reunían en las catacumbas del Santuario, la gente no paraba de peregrinar y de
acompañarlos a diario en la eucaristía. Es más, los obispos y los cardenales,
así como los asesores y los peritos, estaban hospedados en cinco hoteles
sencillos de la ciudad y fácilmente, mientras iban y venían al Santuario, se
cruzaban con los peregrinos. Un domingo estuvieron en prácticamente todas las
parroquias, visitando y acompañando a las comunidades.
Las
tres actitudes que acentuó Francisco: “mantener la esperanza, dejarse
sorprender por Dios y vivir con alegría” refrescaron mis memorias de la V
Conferencia. Esas tres actitudes estaban presentes en los peregrinos –gente
sencilla, la mayoría– en la “tienda de los mártires” que animaban las
Comunidades Eclesiales de Base, donde orábamos y celebrábamos la eucaristía todos
los días, y, particularmente, en una gran peregrinación de la Pastoral de la
Juventud que celebró Pentecostés en Aparecida.
Siempre
he creído que juventud y Pentecostés van de la mano. Una Jornada Mundial de la
Juventud (JMJ) es un nuevo Pentecostés para la Iglesia universal. Francisco,
como buen latinoamericano, puso en manos de María la JMJ antes de encontrarse
con los jóvenes. Pero además, su peregrinar a Aparecida ha dado un “texto”
referencial al efusivo “contexto” de la Jornada.
Hay que volver a leer Aparecida, tanto el Documento Conclusivo como el evento eclesial que representa. Por lo demás, el DA es ya un “clásico” y como todo clásico que se respete no se lee una vez y se guarda, se rumia en muchos momentos de la vida. No en vano el Papa se lo ha regalado a muchos de sus ilustres visitantes en Roma. Ahora que tenemos YouCat, también podríamos tener YouDA. Sería un buen legado de la primera JMJ de Francisco.
Fotos: www.perfil.com; www.eluniversal.com.co; www.larazon.com.ar
Publicado en: http://www.vidanueva.es/2013/07/26/un-peregrino-en-la-jmj-volver-a-aparecida/
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